entre sostener una mano y encadenar un alma.
Y uno aprende que el amor no significa recostarse
y una compañía no significa seguridad.
Y uno empieza a aprender... que los besos no son
contratos y los regalos no son promesas.
Y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que si es
demasiado hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente es fuerte, que uno realmente vale.
Y uno aprende y aprende...
Y con cada adiós uno aprende...
tiembla el cuerpo, espira el alma
lloran los ojos,
la sangre muere en las venas heladas,
el pecho se desalienta,
el entendimiento falta,
la memoria esta corrida
y la voluntad turbada.
Como arroyo que detine el hielo de noche larga,
del corazon a la boca prende el dolor de las palabras.